Tal vez hayas percibido alguna vez la diferencia de calor entre cuando sales de un parque y entras a una calle flanqueada por edificios altos.
«El efecto de la isla urbana de calor se produce cuando en un centro urbano hay una temperatura mayor que en los alrededores», explicó Francesco Pomponi, jefe del Laboratorio de Recursos y Construcciones Eficientes, REBEL por sus siglas en inglés, de la Universidad Napier en Edimburgo, Escocia.
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«Un estudio de la NASA constató que en los meses de verano la temperatura en Nueva York era en promedio 4 grados centígrados más alta que en los alrededores».
«No se trata de un concepto nuevo, estudios de la década del 60 ya apuntaban el fenómeno de la isla de calor, pero el efecto se está volviendo más intenso debido al cambio climático«, advirtió Pomponi.
Y la mayor temperatura en las ciudades no solo contribuye al calentamiento global, sino que puede afectar seriamente la salud de sus residentes.
¿Por qué las ciudades son más calientes?
Las filas interminables de edificios no favorecen la circulación de la brisa.
Y los materiales oscuros como el asfalto y el cemento en calles y techos de casas retienen más calor que los de color más claro, explicó Pomponi.
Por otra parte, la tierra en condiciones naturales absorbe lluvia, que es evaporada por los rayos del sol en días calientes y liberada a la atmósfera refrescando el ambiente.
La falta de vegetación en las ciudades contribuye al efecto de isla de calor. Foto: GETTY IMAGES vía BBC.
Pero en las ciudades la lluvia acaba en los sistemas de alcantarillado. Los centros urbanos suelen además tener pocos árboles.
«La vegetación juega un papel crucial debido a la evapotranspiración. La evaporación transporta el calor hacia arriba desde las zonas más cercanas al suelo, y además las plantas transpiran», señaló Pomponi.
Por otra parte, «la tendencia en décadas recientes ha sido poner dentro de los edificios más aparatos que consumen energía, como computadoras, refrigeradoras, impresoras, que liberan calor por lo que a su vez se colocan sistemas de enfriamiento que usan energía. Es un círculo vicioso».
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Otro factor que contribuye a la temperatura es que los autos, autobuses, la industria y otras actividades urbanas generan calor.
Y el aumento del calor lleva a las personas a usar más y más aire acondicionado. Un estudio el MIT de 2018 constató que el efecto de isla de calor en Florida fue responsable de un gasto extra anual de US$400 millones en aire acondicionado.
La producción de aparatos de aire acondicionado consume a su vez combustibles fósiles, lo que contribuye también al calentamiento global.
Las ciudades crean incluso sus propias nubes, según un estudio publicado esta semana por la Universidad de Reading en Inglaterra.
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El estudio señala que el calor liberado gradualmente por los edificios afecta la turbulencia del aire y transporta humedad, lo que contribuye a una cobertura de nubes hasta 10% mayor en los centros urbanos que en los alrededores.
El trabajo revela «el creciente impacto que las ciudades están teniendo en sus propios miniambientes», según Natalie Theeuwes, autora principal del estudio.
¿Cuáles son los efectos en la salud?
Las islas de calor pueden agravar las olas de calor generadas por el calentamiento global con efectos letales.
En su informe sobre cambio climático y salud de febrero de 2018, la Organización Mundial de la Salud advirtió que el aumento en la temperatura contribuye directamente a muertes por problemas cardiovasculares y respiratorios, particularmente en las personas mayores.
En la ola de calor del veranos de 2003 en Europa, por ejemplo, se registraron más de 70.000 muertes extra, según la OMS.
Por otra parte, «la falta de movimiento del aire facilita la persistencia de contaminantes a niveles en los que los respiramos constantemente», señaló Pomponi.
Y el polen y otras sustancias que inducen reacciones alérgicas también alcanzan niveles mayores en el calor extremo.
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«Estos alérgenos pueden disparar el asma, que afecta a cerca de 300 millones de personas a nivel global», señala la OMS.
De acuerdo a Pomponi, «estamos viendo con el cambio climático que las olas de calor se están volviendo más frecuentes y más severas, y es cada vez más urgente aliviar este problema».
«Y si vinculamos eso a otras dos tendencias, la urbanización y el aumento de población, o la necesidad más construcción urbana para acomodar a más personas, el futuro no se ve brillante a menos que tomemos acciones concretas».
¿Qué pueden hacer las ciudades?
Los científicos ya han señalado qué medidas pueden tomarse y algunas ciudades han escuchado el mensaje.
«Tenemos por ejemplo, a nivel local, la Cool Roof Initiative o iniciativa de los techos frescos en Nueva York (coolroofs.org)», afirmó Pomponi.
«Usar materiales claros o blancos en los techos, o aún mejor, techos verdes con plantas que transpiren es una acción positiva».
Miles de voluntarios han pintado techos de edificios con materiales más reflectivos en Nueva York.
«Los Angeles ha lanzado una iniciativa para pintar las calles de blanco, White Road Initiative, y en Melbourne, la piedra de algunos pavimentos ha sido reemplazada por materiales permeables que absorben el agua de lluvia y aumentan la cantidad de evaporación».
¿Qué puede hacer América Latina?
Pomponi ha visitado varias ciudades en América Latina y cree que las ciudades de la región «deben despertar» al desafío planteado por el agravamiento de la isla de calor debido por el cambio climático.
¿Qué medidas pueden tomar las ciudades latinoamericanas para aliviar la trampa de calor?
«Una primera medida es proteger los espacios verdes y aumentarlos tanto en su frecuencia en áreas urbanas como en la densidad de árboles», señaló a BBC Mundo el Dr. Pomponi.
«Y también se ha demostrado que el color de las superficies tiene un impacto».
«Así que se pueden pintar las superficies horizontales de techos y calles con colores más pálidos y pintar techos blancos».
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A nivel más global, Pomponi señala que es esencial desarrollar materiales de construcción que tengan una huella menor de carbono.
«Porque se suele poner énfasis en la energía que usa un edificio», afirmó el investigador. «Pero también hay que considerar toda la cadena de suministro de materiales cuya producción contribuye al cambio climático».