El uso de imágenes digitales es una responsabilidad mucho mayor que solo modelar en 3D, si se hace un mal uso es contraproducente.
Desde hace años, el render se convirtió en una herramienta fundamental en arquitectura. Actualmente, (casi) todos los despachos lo utilizan en la presentación de sus proyectos. Gracias al crecimiento de la demanda y los avances tecnológicos es fácil acceder a diversos programas para elaborarlos; desde los más simples hasta los más complejos. Así como existe una variedad de softwares, también son muchos los usos que se le pueden dar a un render. Pero independientemente de la finalidad, toda imagen digital depende de un elemento, la luz.
Tal como lo menciona Thomas Schielke, arquitecto e investigador alemán, es posible hacer trampa con la iluminación si el uso lo permite. En el lenguaje cinematográfico es completamente válido jugar y alterar los escenarios. En arquitectura no es así ya que es algo que se pretende llevar a la realidad y podría derivar en grandes problemas.
Hace algunos años circulaba un texto enfocado en los renders llamado “La pornografía en la arquitectura”, en el que se exponía el mal uso de dicho elemento, resumido en siete “errores” que se cometen al buscar embellecer los proyectos mediante la alteración de la luz, aunado a “Photoshop”. Algunos de estos puntos exhibían la realidad de muchas imágenes que ilustraban láminas de presentación en concursos de arquitectura, aunque eran descritos de forma graciosa. Pero ahora, años después, es necesario repensar esta analogía propuesta tiempo atrás, además de cuestionar el daño que causa en un campo específico, la iluminación.
Hoy no es posible hacer arquitectura sin colaboradores de otras profesiones. Pero siempre debe ser trabajo en equipo. El cálculo estructural se hace en conjunto, a pesar de que lo realicen despachos diferentes y especializados en cada materia. ¿Por qué no se hace lo mismo en el diseño de iluminación para cualquier proyecto?
Todo el desarrollo tecnológico existente se va a la basura si no se diseña la iluminación desde la concepción del proyecto o se responsabiliza al creador del fotorrealismo.
Hagamos una aclaración, no es lo mismo un programa de renderizado y modelado 3D, que uno de cálculo de iluminación. Un software como Revit no tiene las mismas cualidades que Dialux, por ejemplo.
No importa si el especialista cuenta con las capacidades para producir un render de revista. Si no existe un diseño de iluminación, es falso.
Claro que el render es una herramienta de venta, una forma de acercar al cliente al proyecto final y no se trata de estar en contra de ello, pues es aliado de las maquetas o los modelos 3D, pero no se trata de vender a costa de cualquier cosa. Esto se llama publicidad engañosa.
A través de la mercadotecnia encontramos infinidad de productos de diversas marcas que están obligadas a poner leyendas de advertencia como “el tamaño del producto puede variar”, lo que significa que será 20 veces más pequeño de lo que aparenta y jamás lo vamos a poder utilizar como el protagonista del comercial.
¿Por qué no plantear una estrategia similar con los renders? Podrían llevar un texto que diga “la iluminación de la imagen puede variar con el proyecto real”.
¿Quién es el verdadero culpable de esta fantasía que convierte una edificación en un escenario digno de Silent Hill?
No se trata de linchar al renderista, pues es su trabajo y solo es un eslabón de la frágil cadena de producción. ¿Pero tiene una formación previa sobre la cantidad de iluminación requerida para cada espacio? Es muy fácil descargar elementos modelados para colocar en una imagen, pero solo la persona que lo creó sabe cuáles son sus características.
Si el cliente recibe un render lleno de luminarias cálidas, lo menos que espera es ver eso en su casa, pero si no existe una especificación puede cambiar la temperatura de color y el ambiente será modificado.
También es común encontrarse con productos que podrían pertenecer a una exposición de arte contemporáneo, luminarias que fabricarlas constaría más que todo el mobiliario del proyecto. Quizás el render muestra luminarias que los clientes están dispuestos a pagar, pero ¿qué pasa si no cumple con la normatividad del país donde se ubica el inmueble?
Son muchísimos factores que deben considerarse al momento de iluminar un proyecto y solo un especialista los tiene en el radar. La finalidad no es frenar la imaginación ni el diseño, pero sí es posible mostrar renders que al menos pretendan acercarse a la realidad.
A diario encontramos imágenes de proyectos con cajillos infinitos en un hermoso plafón, pero la sorpresa es que los diseñadores nunca plantearon un techo falso porque en su imaginario no estaba presente la iluminación y al renderista se le ocurrió que así se vería mejor. Ante este escenario, lo más fácil para el usuario será acudir a una tienda de luminarias y un vendedor proponga luminarias que mejor se adapte, sin realizar un estudio previo del espacio.
No, no es la intención que los “dibujantes digitales” o los vendedores pierdan su empleo, simplemente sus funciones son otras en este proceso. Lo más importante es lograr que el proyectista visualice la luz que llegará a cada espacio de la edificación desde que traza la primer línea en el papel.
La iluminación nace con el proyecto, no se resuelve con una salida eléctrica al centro del espacio. Si pensamos en el diseño de iluminación como prioridad, podremos avanzar y crear escenarios reales y así dejar de lado las fantasías y mentiras del render.