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Nikola Tesla, El hijo de la luz

By enero 13, 2020 febrero 15th, 2020 No Comments

Los inventos de este científico de origen serbio transformaron el mundo. Sus visiones siguen inspirando a nuevas generaciones de inventores. Ahora un libro pone en justo valor la vida y obra de Nikola Tesla.

A punto de comenzar la tercera década del siglo XXI, la palabra Tesla se asocia inevitablemente con una marca innovadora de coches eléctricos, pero significa mucho más: es ante todo el apellido del inventor que desarrolló o inspiró buena parte de las tecnologías presentes en esos vehículos y en nuestra vida diaria.

Nikola Tesla nació en 1856 durante una tormenta eléctrica y su madre lo consideró un “hijo de la luz”. Sus trabajos sirvieron de base, entre otras muchas facetas, para la radio, los robots y el control remoto.

Sus motores eléctricos de inducción están detrás de muchos electrodomésticos y uno de sus grandes éxitos, la corriente alterna, es la base de todas las redes eléctricas.

A principios de la década de 1900, preconcibió planes para la creación de teléfonos móviles, internet, armas de rayos láser o aviones con capacidad de despegue y aterrizaje verticales.

Tesla siempre ha sido considerado un genio excéntrico, un visionario, incluso. Larry Page, uno de los fundadores de Google, lo eleva a la categoría de héroe. La empresa y los coches que comercializa Elon Musk llevan su nombre.

Page y Musk, multimillonarios y talentosos descubridores, señalan a Tesla como «la persona que nos catapultó a nuestra era moderna de la electricidad, la radio y los robots».

Los motores de Tesla hacen funcionar nuestros aparatos y fábricas, y sus patentes fueron las primeras que describían el sistema para la trasmisión de señales inalámbricas de largo alcance, pero es menos famoso que Thomas Edison, impulsor de sistemas basados en la corriente continua o CC, o Guglielmo Marconi, reconocido como el inventor de la radio.

Un cerebro visionario

Richard Munson, activista en el campo de la energía limpia y la eficiencia energética industrial, y director del Environmental Defense Fund (www.edf.org/people/dick-munson) devela en una nueva biografía datos poco conocidos y episodios sorprendentes sobre este ingeniero tan peculiar, al que llama el “inventor de la modernidad”, y sus impactantes invenciones.

Tesla describió en 1892 la generación de electricidad: “Enrollamos un simple anillo o hierro a las bobinas, establecemos las conexiones con el generador, y percibimos maravillados y extasiados los efectos de las extrañas fuerzas que ponemos en juego, las cuales nos permiten transformar, transmitir y dirigir la energía a voluntad”.

«La energía procedente de tal generador eléctrico es la corriente alterna (CA), cuya gran ventaja es que puede desplazarse. Su tensión o voltaje pueden ser ajustados mediante un transformador, permitiendo que las empresas generadoras envíen a larga distancia electricidad de alta tensión que usan grandes motores y máquinas», decía en sus escritos.

Para agregar: «Otros transformadores, colocados en las calles, bajan la potencia eléctrica hasta una tensión segura para su uso en las bombillas y la mayoría de los electrodomésticos de nuestros hogares».

La energía está en todas pares

Uno de los hitos de la trayectoria de Tesla tuvo lugar una noche de 1891 en la ciudad de Nueva York, cuando cientos de personas abarrotaban el auditorio de la Universidad de Columbia para presenciar una demostración del científico sobre su método de aprovechamiento de la electricidad.

En el estrado había un surtido de tubos y bombillas, dispuesto sobre una larga mesa, entre dos placas de cinc que colgaban de techo, situadas a ambos extremos del escenario, y un motor conectado a un innovador alternador de alta frecuencia instalado en un edificio exterior.

Tesla abogaba por la corriente alterna, había desarrollado una bobina que podía producir electricidad de alta frecuencia y alto voltaje de una manera fiable y auguraba que permitiría trasmitir esta energía a larga distancia.

Accionó el interruptor y, entre dos postes situados sobre el escenario, surgió un arco eléctrico que generaba chispas violáceas y unos sonoros crujidos.

El ruido se hizo más agudo y los haces luminosos adquirieron un color blanco radiante, iluminando el escenario. El aire quedó impregnado con el aroma a ozono que desprendían las chispas. El arco luminoso generaba un viento que podían percibir quienes ocupaban las primeras filas.

El momento culminante llegó cuando Tesla zarandeó unos tubos llenos de gas entre las láminas de cinc electrificadas, y se iluminaron al colocarlos dentro del campo electrostático creado por las placas, que estaban a unos cinco metros de distancia, resplandeciendo sin que se utilizasen cables, llamas, ni calor.

Con un toque literario

En 1882, durante uno de sus paseos vespertinos por la ciudad húngara de Budapest, junto a su amigo Anthony Szigeti, Tesla experimentó una iluminación respecto al motor eléctrico, mientras recitaba de memoria unas estrofas de Fausto de escritor alemán Goethe.

La idea se presentó ante él como un rayo. Cogió un palo y dibujó sobre la arena un innovador motor que utilizaba un campo magnético rotatorio y le dijo a Szigeti: “Este es mi motor. Mira como invierte la polaridad”.

Tesla acababa de averiguar cómo crear un motor que podía utilizar los ritmos eléctricos ondulantes de una corriente eléctrica más potente. Descubrir este campo electromagnético rotatorio podría considerarse el equivalente eléctrico a inventar la rueda, según indica Munson en su libro.

Durante sus investigaciones sobre la trasmisión inalámbrica, Tesla desarrolló también un nuevo tipo de generador eléctrico al que llamó “oscilador electromecánico”.

Tesla descubrió que, cuando una persona se situaba sobre una plataforma conectada a este nuevo trasmisor eléctrico, se estimulaban los movimientos peristálticos de los intestinos, con una sensación tan extraña como agradable, promoviendo la evacuación.

El inventor declaró que esta “terapia mecánica” eliminaba el estreñimiento, la flatulencia y otras afecciones estomacales, si se usaba en pequeñas dosis regularmente. Después intentaría vender la electricidad como cura para decenas de enfermedades, desde la caída del cabello a la depresión.

El precursos de los robots

Algunos se referían a ese mismo oscilador como “la máquina de terremotos de Tesla”, porque cuando aceleraba este aparato podía hacer que los edificios temblaran.

En 1896, al probar esta máquina, su resonancia provocó un terremoto que sacudió los cimientos de los edificios cercanos, haciendo que sus residentes salieran a la calle asustados y, a medida que aumentaba la frecuencia, los platos tintineaban, las sillas se deslizaban por la habitación, el yeso de los techos caía, y salía agua de las tuberías en la calle.

Tesla continuó aumentando la frecuencia hasta que todo lo que estaba a su alrededor comenzó a temblar y, en el interior del laboratorio, la maquinaria pesada empezó a volar por los aires. El inventor destrozó el aparato a martillazos, justo antes de que llegara la policía pidiendo explicaciones.

Este aparato también podía concentrar la energía para derretir metales y sentó las bases para localizar depósitos de mena y petróleo mediante un método llamado “telegeodinámica”.

A principios de 1897 Tesla tenía en mente un campo nuevo que él llamaba “teleautomática” (lo que hoy se denomina “robótica”), y predijo que los aparatos electrodomésticos podrían ser regulados a distancia sin cables, e incluso pensar por sí mismos.

El proyecto inicial del inventor fue un modelo de barco accionado con batería eléctrica y por radiocontrol, que media unos 1.20 metros de eslora y 90 centímetros de alto, y podía recibir señales electromagnéticas desde un trasmisor.

Tesla dotó a su bote independiente de un disco que podía distinguir entre múltiples señales y hacer que encendiera sus luces, rotara el timón y pusiera en marcha el motor.

Este mecanismo que ha sido considerado como uno de los más complejos que haya creado en su carrera es el precursor de la conducción de vehículos sin asistencia humana.

Tesla presentó su “teleautómata” en el Madison Square Garden, de Nueva York, donde hizo que se moviera por un estanque hacia delante y atrás, haciéndolo bailar como si fuera una chinche acuática e hizo parpadear a distancia las luces del bote.

También propuso aplicar esta tecnología a un “torpedero sin tripulación”: un barco submarino, cargado con torpedos y capaz de navegar secretamente bajo la superficie, y atacar a los barcos fondeados en un puerto, controlado a distancia por una mano humana.

Según Richard Munson, es posible que Tesla captara la primera imagen de rayos X trabajando en esta faceta hace ahora 125 años, curiosamente la de mano de su amigo, el escritor estadounidense Mark Twain.

Tras leer los artículos de Wilhelm Roentgen, que en diciembre de 1895 anunció su descubrimiento de los rayos X, Tesla repitió y expandió rápidamente los experimentos del físico alemán.

Tesla dijo que «esa luz negra y radiación tan especial» moldeaba «sombrografÌas» en placas que se encontraban en el interior de contenedores de metal.

Los inventos de Nikola Tesla transformaron el mundo y, sus visiones, son la gran inspiración de las nuevas generaciones. Tesla inventó la radio, los robots y el control remoto. Sus motores eléctricos de inducción están detrás de nuestros electrodomésticos y de nuestras fábricas. Su primer éxito, la corriente alterna, es la base de todas las redes eléctricas. Pero Tesla era un personaje peculiar, lleno de manías que murió solo en un hotel de Nueva York. En esta nueva biografía, el autor nos retrata tanto al personaje como a sus invenciones y las pone en el debido contexto histórico, todo escrito con un estilo que hace que esta biografía se lea como un auténtico thriller.

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Domingo 2 de junio 2019

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